Seis meses viviendo con el pueblo sidamo dieron para mucho. Sin embargo, para poderos resumir mi experiencia os contaré una anécdota que me sucedió durante mis dos últimos meses en Etiopía.
Todos los días antes de anochecer, salía a hacer un poco de
deporte. Conforme corría, un grupo de 4 niños a los que conocía del colegio me
seguían y reían. Eran Kela, Marta, Gabi y Hassem. Después de media hora
terminaba y ellos también paraban.
Observando esta rutina decidí un día inventarme un “ritual”
de despedida. Al ser una misión italiana opté por el italiano, palabras
sencillas y gestos básicos.
Este era el mensaje: “Finito…a casa…mangiare…e dormire” (se
acabó, a casa, comer y dormir), con sus gestos correspondientes.
Ellos repetían conmigo y se iban contentos a casa...y yo más.
Así durante unos 60 días consecutivos.
Y desde que volví, me pregunto: "¿Cómo están mis niños?"